¿Algunas vez te has preguntado si algunos de los pensamientos que tienes son realmente tuyos?, ¿o si todo los pensamientos que viajan a tu mente son realmente tuyos o influenciados por una fuerza extraña y externa a tu mente?, ¿Dejas que tu cerebro y tus pensamientos te dominen?, o ¿usas el poder de la mente para dominarlos tu a ellos?
Déjame aclararte una cosa. Ninguno de nuestros pensamientos son realmente nuestros, ni siquiera la mente es nuestra. Nosotros somos la mente, y nos vamos creando cada día de nuestras vidas.
Podemos definir de una manera simplista que la vida se conforma con las experiencias transmitidas al cerebro a través de mensajes eléctricos que son enviados por nuestros sentidos y recibidos por nuestro cerebro, administrados y archivados en nuestro subconsciente. Eso es señores y señoras lo que crea la mente, nuestras propias experiencias.
Lo que vivimos, experimentamos, asumimos como verdades y aceptamos como creencias son lo que realmente nos forma. Todo eso es lo que realmente somos, y todo eso solo existe en la mente. Ese lugar que realmente no es lugar, pero que su poder puede archivar y materializar todo lo que pensamos. No dudes que dentro de los más profundo y recóndito de tu mente están todas tus experiencias vividas, todos los aromas que disfrutaste, todos los paisajes y gente que viste, toda la gente que tocaste y comunicaste, e incluso los que pasaron desapercibidos por la calle. Todo y absolutamente todo se encuentra ahí y tiene almacenamiento para mucho más de lo que te imaginas.
Los pensamientos son tan vivos, reales y tangibles como la realidad física que experimentas. ¿No me crees? – Haz la prueba.
Ve a un lugar en tu casa donde te sientas cómodo(a). Trata de estar ligero(a) de vestimenta y relaja tus músculos y cierra los ojos.
Concéntrate en tu respiración. No pienses en nada más que no sea tu respiración y concentrase en el aire que inhalas y exhalas. Haz esto por unos segundos.
Ahora, piensa en un limón. Si, ¿lo ves? Mira su color amarillo y enfócate en su textura, su olor, su forma. ¿Te has percatado de toda la saliva que produjiste? Si aprendes y practicas esta técnica tan simple con pensamientos y visualizaciones que quieras manifestar y los llevas a un estado “real” al punto de ser tan agradable como si fuera la realidad física misma notarás inmensos cambios en tu ánimo y te aseguro que tu vida y tu mente comenzaran un proceso de renovación. Esta es un método de meditación que puedes emplear diariamente una o dos veces al día. Si lo haces más veces aún mejor, ya que acelerarás la práctica y la experiencia al meditar y te será mucho más fácil controlar tus pensamientos cada vez más rápido.
Considera los siguientes puntos para perfeccionar tu meditación, haciéndola más profunda y más real.
Despeja tu mente – Cuenta tus respiraciones, concéntrate en los latidos de tu corazón.
Contempla objetos – Esto lo puedes practicar durante tu día cotidiano, observa objetos, enfócate en ellos y neutraliza tu mente. No pienses, no juzgues, calla a tu mente. Si algún pensamiento aparece, vuelve a mirar otra cosa y repite el proceso hasta que domines esta práctica por más tiempo cada vez.
Observa tu mente – Cuenta tus pensamientos. No pienses en ellos ni los analices, simplemente cuéntalos y veras como cada pensamiento conlleva a otro. Si no piensas en nada por un tiempo, disfruta el momento. No presiones nada, que todo fluya naturalmente.
Domestica tu mente – Visualiza. Imagina lo que quieres en tu vida. Situaciones y experiencias que quieres que se manifiesten en tu vida. Vívelas ya!! en tu mente.
Da gracias – Sin importar si crees en Budha, Jesús o Dalai Lamas. Da gracias a la divina infinidad del universo por cada vez que ves el amanecer.
Practica estos ejercicios diariamente confiando y creyendo en lo que piensas. Ponle energía, concentración y entusiasmo y poco a poco veras los cambios que esperas.